El día que Ricardo Echegaray, titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), aseguró que las compras en el extranjero no tendrían subas en sus impuestos, a pocos días de las elecciones:
La publicación en el Boletín Oficial, 40 días después, desmintiéndolo y aumentando el impuesto del 20% al 35%:
Moneda corriente en Argentina. El líder del Frente Renovador, Sergio Massa, durante la campaña electoral que lo llevó a ser Diputado, optó por firmar un compromiso frente a un escribano público declarando que su bloque nunca votaría la reelección indefinida del presidente en Argentina, porque sino, no le cree nadie.
Vamos, de hecho, a un caso más famoso de mentirita piadosa en nuestro país:
Una semana después de su anuncio, Duhalde se olvidaba de las palabras que formuló frente al Congreso Nacional, organismo compuesto por representantes elegidos directamente por el pueblo, y pesificó todos los depósitos de los ahorristas.
La triste verdad, es que vivimos en un país de funcionarios mentirosos. Y solo para desmentir las críticas que dirán que mi opinión es empujada por mi ferviente deseo de reventar la tarjeta en Miami, citaré otros ejemplos de la vil mentira en la que vivimos.
Esta es nuestra Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, inaugurando el Hospital Alberto Balestrini antes de las elecciones de octubre de 2011. El hospital entraría en funcionamiento – y solo con la Guardia para Emergencias – a mediados de 2013.
Y este, un último, es el mejor. Lindos recortes cortesía del noticiero de El Trece:
En reiteradas ocasiones posteriores, Néstor y Cristina Kirchner no solo argumentarían que estaban en contra de la en su momento celebrada privatización de YPF, sino que la misma fue una medida de un gobierno del cual no formaron parte. Caradurez total.
Son solo algunas representaciones de los vaivenes peronistas a los que nos someten a los argentinos – o a los vaivenes a los que nos sometemos nosotros mismos. Detrás de todo, como siempre, están los negocios. Hemos optado por un país donde la moral y la transparencia no son características deseables en los candidatos y funcionarios. Hemos optado por acostumbrarnos a no confiar en ellos y por no reclamar una justa administración de nuestros aportes al Estado.
Es como si contratáramos una constructora para construir nuestra casa, y los trabajos se empiecen pero no se terminen, y los empleados se ausenten. Pero además, es como si paralelamente, los dueños de la constructora inviertiesen el dinero que les entregamos regularmente (porque con los pagos sí que cumplimos, ¿no?) para poner una segunda empresa constructora, a la que luego nosotros recurriremos para finalizar el primer trabajo incumplido.
Así somos los argentinos. Quizás nos demos cuenta de las decisiones que tomamos (o que nuestros representantes votados toman) cuando no podamos jubilarnos, cuando no nos alcance la electricidad o cuando la única vía de salida de nuestro país, sea en una balsa a Uruguay.