En el año 2007 el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, hizo oficial su propuesta de no explotar el petróleo que se encuentra bajo una de las reservas consideradas de mayor biodiversidad del planeta, el Yasuní. En ella se encuentran los ejes Ishpingo, Tambococha y Tiputini, conocidos como ITT, que albergan centenares de especies únicas de flora y fauna así como también pueblos en aislamiento voluntario.
La iniciativa del Yasuní ITT consistía en dejar indefinidamente bajo tierra aproximadamente 846 millones de barriles de petróleo a cambio de la contribución internacional del 50% del precio que en ese entonces se calculaba que se podía ganar con su extracción: US$3.600 millones.
La propuesta no tuvo eco en la comunidad internacional, o al menos no el esperado. Sin embargo, esto no es algo que se concluyó recientemente. Fueron seis años durante los cuales se percibía que la idea fracasaría, pero no había ninguna opción de replanteamiento de la propuesta. Así, el 15 de agosto del 2013 el Presidente Correa solicitó a la Asamblea Nacional autorización para explotar el petróleo de los ejes del ITT, autorización concedida por la mayoría oficialista el 3 de octubre.
El presidente Correa atribuyó su decisión a que el mundo falló a la iniciativa, y “no pudo ser comprendida por los responsables del cambio climático”. Según Correa, “El factor fundamental del fracaso (del proyecto) es que el mundo es una gran hipocresía” y por este motivo no puede detener el desarrollo del país y su proyecto de erradicación de la pobreza.
Medios nacionales e internacionales rápidamente cubrieron la noticia, entre ellos el diario inglés The Guardian. El artículo publicado el 23 de agosto del 2013 describe la decisión de Correa de explotar el petróleo del Yasuní y las reacciones de rechazo. Como se esperaba, Correa también reaccionó y recriminó a The Guardian a través de su cuenta de twitter la falsedad de los argumentos del artículo y preguntándoles cuánto aportaron a la iniciativa – para ahora referirse a ella.
El colmo de la caretucada, mentiras e imprecisiones: http://t.co/bdXNeBE6pu ¿Cuánto aportó The Guardian o Mr. Vidal a la iniciativa?
— Rafael Correa (@MashiRafael) August 26, 2013
La medida no gozó de la aceptación general del pueblo y Correa trataba de apaciguar los ánimos ofreciendo explotar solo el 0,1% del ITT. Adicionalmente, pocos días después de su anuncio visitó el pozo Aguarico 4 en donde sumergió su mano para indicar la contaminación ambiental del lugar, afirmando que ésta fue causada por la falta de remediación ambiental, responsabilidad a cargo de la transnacional Chevron durante sus años de trabajos de explotación en Ecuador.
Nuevamente las reacciones internacionales se hicieron notar; esta vez, quien provocó el disgusto de Correa fue The Economist. El artículo publicado en la edición del 28 de septiembre del 2013, titulado Es difícil ser verde; Correa se sale con la suya con un giro de 180 grados, desvirtúa las afirmaciones de Correa con respecto a la contaminación del pozo Aguarico 4: “la piscina de petróleo en la que Correa metió su mano a principio de este mes es de responsabilidad de Petroecuador, compañía estatal”. Además, el artículo señala la estrategia del mandatario ecuatoriano para calmar al pueblo ofreciendo utilizar el dinero de la explotación en inversiones para la salud y educación.
Correa mostró su disgusto e incluso solicitó a Petroecuador revisar las posibilidades de iniciar acciones en contra del medio de comunicación por el artículo publicado. Además agregó: “Que estos señores (de The Economist) prueben que la contaminación la dejó Petroecuador, como dice la nota”. Correa, aduce que el artículo es parcializado a favor de Chevron pues “muchos accionistas fuertes de Chevron, son accionistas del grupo The Economist…”
Nuevamente, el presidente a través de su cuenta de Twitter retó a The Economist:
.@TheEconomist you're invited to see the pollution, sickness and death @Chevron left in Ecuador. You lie http://t.co/fwOCkGlNLG #Enlace342
— Rafael Correa (@MashiRafael) October 5, 2013
Este 10 de octubre, The Economist replicó a Correa con un nuevo artículo titulado Rafael Correa arremete en contra de nosotros y el “imperio del capital”. En el, comparan a Correa con los “fantasiosos paranoides” que “dice verdades a medias”. The Economist reitera que la información utilizada en el artículo es completamente verdadera, que la remediación del pozo Aguarico 4 le corresponde a Petroecuador, empresa estatal que había utilizado el pozo por muchos años, y esto al parecer es un vacío en el universo mental del señor Correa. Adicionalmente, aclara que la relación de los accionistas de Chevron con The Economist no influye en sus artículos.
A través de esta estrategia, el Presidente Correa logró rápidamente su objetivo: desviar la atención pública de su decisión de explotar el Yasuní y atraerla hacia el caso Chevron. Curiosamente, un mandatario que afirma verse obligado a explotar el Yasuní para poder satisfacer las necesidades del pueblo, ha realizado muy pocos esfuerzos durante los siete años de gobierno para remediar el daño ambiental en el pozo Aguarico 4 y otros, que provoca perjuicios letales a las comunidades que viven en la zona. Una actitud pasiva a la espera de que Chevron pague la condena impuesta por el caso no parece coincidir con el discurso presentado.
Lo cierto es que después de varios años de explotación petrolera, Ecuador aún no ha alcanzado un crecimiento sólido al respecto. Más bien, la política del gobierno de turno ha sido utilizar parte de los recursos obtenidos para el incremento del gasto público y la burocracia, incluso utilizando mecanismos de venta anticipada del petróleo.
Con la explotación del Yasuní el gobierno ecuatoriano formaría parte del mundo hipócrita – como lo califica el presidente – es Correa quien se desentiende ahora del problema ambiental y llama a la comunidad internacional para que, en lugar de pedirle a él que no lo explote, ésta no lo contamine.