EnglishHe aquí una loca idea: ¿qué pasaría si pudiésemos elegir el destino del dinero de nuestros impuestos? Es una idea que podría tener sentido.
Cada año, el gobierno de Estados Unidos está obligado a aprobar un presupuesto para el año siguiente. El presupuesto es el plan que establece cómo el gobierno gastará su (nuestro) dinero y cómo solucionará los déficits, si es que existen. En las miles de páginas del presupuesto, hay partidas para Defensa, Salud Pública y Seguridad Social, junto a otros miles de programas del gobierno, más o menos extensos.
Los conservadores cristianos y aquellos del Tea Party siempre reclaman no querer que su dinero sea destinado a programas como el Fondo Nacional para las Artes o Paternidad Planificada. Los demócratas se quejan sobre otros programas que no tienen que ver con los principios del partido, o demandan más dinero para seguridad social.
Cada año, las batallas constantes sobre dónde invertir nuestros US$ 3 billones de gasto anual son una comedia. Aunque la mayor parte de los últimos años estas batallas han finalizado en una resolución de continuidad, lo cual significa mantener el gasto oficial en los niveles del presupuesto del año anterior. Sospecho que la razón por la que el gobierno ha decidido no aprobarlos presupuestos pasados, es para que puedan ocultar exactamente en qué están gastando el dinero… pero es solo una idea mía.
¿Y si cambiáramos la ley, para que la mitad del presupuesto se dedique sobre todo a financiar programas como Defensa y Seguridad Social (y de hecho, solicitar que el dinero vaya a Seguridad Social significa que se quede en Seguridad Social, en lugar de desviarse al fondo general) y entonces, dar a cada persona la decisión INDIVIDUAL de qué fondos financiar con sus impuestos?
Cada año, más o menos en esta fecha, el gobierno federal lanza un programa llamado “Campaña Federal Combinada”. Es una combinación de todas las organizaciones de caridad de Estados Unidos, y cada empleado del gobierno federal escoge si contribuir con una o ninguna. Se publica un folleto y se debe compilar un formulario. Los empleados deciden qué programas financiar y pueden escoger si no hacerlo con ninguno. La idea sería aplicar el mismo sistema a la mitad del presupuesto federal y permitir a los contribuyentes escoger qué programa financiar con la mitad de sus impuestos. El sistema puede ser operado electrónicamente para ahorrar papel y dinero.
Cada año, al momento de tomar decisiones sobre el presupuesto, el gobierno abriría en un sitio web una lista de todos los programas de gobierno que necesitan financiación. Cuánto dinero desean y cuán cerca están de su objetivo. Entonces, cada individuo decidirá a dónde se gastará su dinero, para qué programas. Pueden también seleccionar que programas NO financiar; los programas sin financiamiento serán cerrados u obligados a adecuarse a los fondos alcanzados.
De esta forma, los cristianos conservadores pueden escoger que su dinero no se emplee en el programa de Paternidad Planificada, y los Demócratas puede escoger entregar más dinero a Paternidad Planificada. En lo que se refiere a planes sociales, escogería también el derecho de cada individuo contribuyente a gastar su dinero en caridad privada en en lugar de en programas gubernamentales.
La combinación de la posibilidad de escoger pagar el impuesto y del programa al cual asignarlo, tendría inmediatamente un impacto en la forma en que el gobierno federal realiza sus actividades. Primero, los programas que no funcionan o que no están justificados desaparecerían. Muchos programas del presupuesto no funcionan. Segundo, aquellos que se sienten profundamente en contra o profundamente a favor de un programa, tendrán el derecho a votar inmediatamente por él, a través de la entrega o no sus dólares.
Entonces, los programas que no funcionan tendrán que hacer los cambios necesarios rápidamente para servir mejor los intereses de los ciudadanos, o desaparecerán. La competencia sana entre los programas del sector privado y la caridad privada y el gobierno generaría todavía más efectividad para los programas sociales, ya que en vez de ser agencias escondidas detrás de toneladas de papeleo, se convertirían en agencias que viven o desaparecen según qué tan bien sirven a los clientes.
El sistema de elección no sería difícil o costoso de mantener ya que es electrónico. El financiamiento se basaría en la elección de los individuos. Aquellos que piensen que debemos gastar más en programas sociales, pueden financiarlos y estar contentos con su accionar. Los contribuyentes también deberían tener la opción de enviar más dinero del que están obligados si así lo desean.
Yo también incluiría en este sistema un sistema de votación directa permitiendo a los votantes aprobar directamente o desaprobar cualquier déficit o aumento del límite de endeudamiento. Recuerden que, bajo esta idea, el contribuyente controlaría la mitad del presupuesto, y el Congreso controlaría la otra mitad. Sin importar si el Congreso aprueba el presupuesto o no, las elecciones hechas por los contribuyentes tendrán efecto inmediatamente. La oportunidad de hacer esta elección sería una vez al año, para evitar cambios bruscos a mitad de término.
El dinero de los contribuyentes que no quieran participar, sera enviado al fondo general y dividido entre todos los programas.
Solo puedo visualizar un problema con este sistema: a la persona que no paga impuestos, no le está permitido asignar dinero a ningún programa. Quizás eso sea lo más impopular de la idea. ¿Qué piensan los lectores? ¿Les gustaría poder elegir el destino de su dinero?
Traducido por Sofía Ramirez Fionda.